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Mostrando entradas de 2015

Yolanda Petra

Corría el año de 1943 y en Sinaloa había en ese entonces, según el último censo en 1940 , 492 821 habitantes cuando en México no alcanzábamos, todavía, los veinte millones; dos terceras partes de la población vivía en zonas rurales y el número de personas analfabetas mayores de diez años alcanzaba esa misma proporción pues más de 7 millones no sabían ni leer ni escribir. En Sinaloa, la proporción de habitantes iletrados era más alta, casi podía hablarse de un cincuenta por ciento. Mientras tanto, en el entorno global , España se levantaba de la guerra civil y, Europa en su conjunto, América y Asia se enfrascaban en la Segunda Guerra Mundial; millones de personas eran marcadas por la historia de la intolerancia, el hambre y la muerte. Un entorno difícil para aventurarse al mundo.  Ese año nació mi madre. Suelo pensar en ella como una florecita violácea que crece entre las rocas, y cuanto más pienso en ello más de acuerdo estoy en que los nombres marcan pauta en nuestras vidas. Yolan...

¿Quién quiere ser un soñador?

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Había una vez un soñador que pensaba que el mundo era un espejo. Así que para ver cosas bellas a su alrededor empezó con un simple gesto: extendió sus labios, levantó las comisuras de su boca, enseñó media dentadura y una sonrisa, inicialmente formada, se esbozó en su rostro. Empezó a ver que otras personas cambiaban su expresión cuando lo veían, así que siguió sonriendo como una vestidura.  No siempre le era fácil, sus ojos veían en los cruceros viales a niños, jóvenes, adultos y ancianos en precaria situación. Cuando salía a caminar y cruzaba bajo los puentes, observaba con tristeza las rudimentarias formas de vida de conciudadanos. ¿Cómo sonreír ante esta situación?  Necesitaba accionar otras actitudes. Ofrecer monedas, alimento, zapatos y vestido eran una medida inicial, el soñador empezó a vender su sueño y muchos soñadores como él se sumaban a la cruzada. Pero el alivio era momentáneo, no había un cambio de fondo. El soñador no desistía, así que mientras el ejército de s...

La jicama que quiso vivir

Hace un año, más o menos, que la línea de mi vida tuvo una intersección con la de una jicama. No es una broma, me la encontré como se encuentra uno a los tomates o las papas, en el supermercado. Estaba como cualquier otra jicama haciendo peripecias acrobáticas en un montículo perfectamente diseñado por un joven creativo y trabajador que piensa como escenógrafo de porristas de high school. Las amas de casa como yo, que poco admiramos el arte del acomodo vegetal y que solemos traer la lista de pendientes en la cabeza, nos dejamos llevar por el inconsciente consumidor del que tanto se ha escrito sin percatarnos que somos sujetos de estudio. En este laboratorio de la conducta humana del proceso de elección de compra tuvimos nuestro primer contacto visual. La vi y la tomé entre mis manos poniéndola en el carrito de compras. Ella se dejó guiar por mí y me estuvo acompañando en mis otras elecciones de productos. Llegó a casa conmigo y la coloqué en un plato grande de cristal junto a otras e...

Del espacio

... .. . Silencio

De la palabra, mujer

Muerte con ella compartes Dos letras iniciales Antagonistas naturales Ella vida y tú nada vales En tí el fin, ella principio Germina la vida y da cobijo Acuna sueños, procura esperanza Sus ojos amor en espejo Nutre el alma, calma las ansias Dos volcanes que amamantan Su llanto y susurros viajan tan alto Alcanzan cielo y universo Dios le presta oídos, manos, ojos... Mujer, sólo escucha su palabra.