Entradas

Mostrando entradas de 2018

La máquina del tiempo

Imagen
Hace una semana descubrí una máquina del tiempo. Acababa de terminar una caminata de una hora cuando de reojo descubrí esa compuerta en el centro del parque. Sentí en el interior un jaloneo que me incitaba a acercarme. Lo hice primero, con pequeños pasos y viendo a mis costados que no hubiera nadie más. Los años a cuestas dictaban alejarme, pero en mi interior unos ojos de niña atrevida se encendieron y tomé valor para llegar hasta ahí y sentarme, tomar las cadenas de los costados, subir mis pies alejándolos del suelo para estirar las piernas e iniciar el suave balanceo de atrás a adelante, doblar las piernas y volver a estirar. Mientras mis ojos cerrados ayudaban a la memoria episódica a traer esa sensación olvidada de vuelo con la cara al viento. El tiempo pareció detenerse mientras mi ser fluía en concordancia; abrí los ojos y vi mis piernas achicarse al igual que mis brazos, sentí mi corazón bombear, mis cachetes calentarse al sol y los ojos chispeantes se abrían y cerraban en di...

2049: El algoritmo

Imagen
2049: El algoritmo En un mundo disímil no hay un solo camino sino cristales diversos que dibujan diferentes realidades, por ello, el futuro no escrito se reconfigura en acciones. Catalina cumple este 30 de enero sus 80. Nació cuando los Beatles cantaban su último concierto sobre una azotea. Quien lo dijera que su pasión por el conocimiento la tendrían aun trabajando y yendo y viniendo de un lugar a otro sin moverse un ápice de su silla. Ha tenido un día ajetreado ofreciendo asesoría a jóvenes de Nigeria en su propio idioma usando su avatar preferido, pues participa como voluntaria en el Centro Mundial ProConocimiento donde adultos mayores apoyan como mentores a niños, jóvenes y adultos a solventar brechas de inequidad educativa. Estas personas de la tercera edad que con los avances tecnológicos han aumentado su esperanza de vida han encontrado en esta actividad una respuesta a la soledad y una motivación para continuar siendo productivos en esta sociedad tecnológica a la que ha...

Equinoccio de primavera

Imagen
Camino al trabajo sentí tus rayos sol del mediodía. Sobre mi piel sentí el tenue escozor combinado con el viento aún fresco del mes de marzo con visos de semana santa avisando que la primavera tocaba turno. Escuché entonces el trinar de los pájaros, petirrojos, chanates, codornices y pitijuys que acompañaban el susurrante ulular de las hojas. Mi cuello se irguió y la nariz percibió la humedad de la brisa costeña no tan lejana. Un atisbo de memoria prehistórica límbica pareció encenderse al recibir estos estímulos, y empecé a percibir una sensación de felicidad, mi cerebro emocional trajo a mi mente un estado de intensa felicidad y me vi veintidós años atrás caminando de la mano con un pavo real. Al igual que ese día, recibí los rayos del sol con la misma inclinación, tenía 9 meses de embarazo e iba acompañando a Virna Sofía en su desfile de primavera. Ese 22 de marzo nació mi segundo hijo, Guillermo Antonio, quien vino a completar nuestra familia. En Wikipedia se indican  https://...

23

23 de no veros. 23 de adiós postrero. 23 de diaria compañía. 23 de lágrima furtiva. Presencia no visible, ausencia inconcebible. Palabras con eco y abrazos del pasado. Nebulosa, mi mente, me miente, me veo caminando de tu brazo. Somos tú y yo, los de antes, el padre y la hija, regresando a casa.

Hacer frente al miedo

Imagen
Hacer frente al miedo. Empecé el viernes con la visita al médico. El dolor de cabeza frecuente y los antecedentes de papá y hermana me empujaron a enfrentarme al primer temor: claustrofobia. Angioresonancia craneal fue el estudio. Aún desconozco el resultado, ese es otro temor por enfrentar. Entré a ese espacio presidido por el artefacto que liberaría sobre mí un campo magnético para descubrir ese entramado de mi telaraña circulatoria cerebral para detectar posibles cortes e infranqueables abismos que pueden llevar a la oscuridad de la muerte o a la luz verdadera, dependiendo de como se asuma. He de recalcar que cuando me explicaron que encarcelarían mi cabeza y me introducirían en ese tubo espacial con ruidos psicodélicos, chasquidos y quejidos con cadenas, inmóvil por al menos una hora, mis piernas flaquearon y pregunté otra opción. Con costo extra, era la anestesia suministrada para relajar. Recapacité y pedí tiempo para hacerme a la idea. No es fácil sentirse confinada...