Cultura Peatonal


Cultura Peatonal

I

Catalina miró por el espejo retrovisor mientras hundía su pie en el acelerador. En su pequeño auto compacto se desplazaba por la angosta calle del centro de la ciudad. Atenta como siempre a su alrededor y concentrada en los carros que iban delante de ella, buscaba mantener una distancia adecuada y al mismo tiempo trataba de prevenir posibles percances con los peatones. No era raro que en un instante apareciera alguna persona frente al auto intentando cruzar a media calle. El ayuntamiento estrenaba el programa “Cultura peatonal” hacía una semana y en cada cruce había una persona llamada “asistente de tránsito” que se encontraba presta para ayudar en el cruce y orientar a los peatones a utilizar las esquinas para cruzar.



La radio entonaba música y, Catalina la seguía moviendo sus labios. Iba sobre la avenida Rubí cuando en el cruce con Hidalgo, escuchó gritos, un golpe y un silencio absoluto siguió.



II

Tatiana miró el reloj. Las ocho con cinco minutos del día 19 de septiembre. Catalina no llegaba y las personas que esperaban el inicio del curso se mostraban impacientes. Tatiana inició con la presentación del software educativo tal y como Catalina había programado la sesión mostrando a los asistentes su aplicación práctica. Transcurrido el tiempo introductorio, solicitó leyeran el documento teórico que soportaba al software desde el ámbito de la investigación educativa, para lo cual brindó veinte minutos.

En ese lapso, Tatiana salió de la sala y llamó al celular de Catalina. Una, dos, tres veces marcó y nadie contestó. Llamó a casa de Catalina y tampoco recibió respuesta.

Tatiana pidió a Paola, la secretaria del lugar, que insistiera en la llamada a casa de Catalina mientras ella continuaba con la presentación.

Paola llamó una y otra vez, por fin alguien tomó la llamada. –La Sra. Catalina salió temprano y no ha regresado, dijo que iba a una junta.

Ese fue el mensaje que recibió Tatiana dos horas más tarde cuando la junta había finalizado con éxito. La sonrisa, que se había plantado en su rostro minutos antes, se desdibujó transformándose en una preocupada mueca.

Volvió a llamar a casa de su amiga y la respuesta fue la misma. Ella trató de tomar distancia de la situación al hacer notar que Catalina no había llegado a la junta y le parecía raro su ausencia considerando el hecho de haber trabajado en el proyecto por más de dos años y en su culminación ese mutis parecía inexplicable salvo, claro, si éste fuera a causa de un evento excepcional.

Juanita, la muchacha que ayudaba a Catalina en la limpieza de su casa, sólo acertaba a repetir la historia: “ella salió de casa con los dos niños, temprano, como de costumbre, con rumbo a la escuela. El señor se fue al ejercicio y yo me quedé fregando los trastes.

Si quiere le doy el número del celular del señor para que lo llame y le ayude a localizar a la seño Cata”.

Después de anotar el número de teléfono, Tatiana marcó sintiendo una angustia que oprimía su garganta, mientras que la llamada continuaba se entretuvo ensayando una voz casual usando oraciones cortas que no delataran su ansiedad con respecto a la suerte de su amiga.

III

El impacto fue inevitable, la sacudida que siguió, los golpes en sus piernas, brazos, abdomen y cabeza junto con el crack de su espalda no los percibió; sus ojos apenas si atinaron a mirar a aquella jovencita que volaba por los aires, caía sobre el cofre blanco de su auto como una muñeca rota de cabello enmarañado y una mochila escolar en la espalda que repartía sus conocimientos encerrados en libros y cuadernos a lo largo de la calle. No supo más. Su tiempo se agotó.

IV

-Hasta la tarde, mami. No olvides traerme el gameboy advance para jugar de regreso a casa en el carro. Dile a Margot que me compre un té en la tiendita, ella siempre sale más pronto y cuando yo salgo hay mucha cola. ¿Sí mami?

 - ¡Ah, no! Yo no quiero que mi hermano ande atrás de mí, me da pena con mis amiguitas, este niño siempre se porta mal y juega a levantarme la falda. ¡Dile que no mamá!, él debe aprender ya está en segundo año.

- Vamos, son hermanitos dejen de pelear. Margot, tu eres la mayor pon el ejemplo. Nos vemos más tarde, despídanse de su mami con un besito, ¿si? Nos vemos al rato y crucen los dedos porque hoy es el día.

-Sí mami, mucha suerte en tu trabajo. ¡Bye!

V

-Mamá, mamá ya me voy a la prepa. Te hice un jugo para cuando te levantes. No debiste trabajar hasta tan noche con la gripa que tenías. Hoy tengo mi examen de física, Marcos me estuvo explicando como resolver los problemas de poleas y ahora sí te prometo que conservo la beca que me conseguiste. Ya se me hizo tarde.

- Ten cuidado hija, ve despacio recuerda que llevas prisa. Mucha suerte.

VI

La camioneta Ram Charger color gris, modelo 1999 con placas de circulación VGC 4289 cuyo propietario era Roberto Carrillo, circulaba de oriente a poniente sobre la calle Hidalgo y era conducida por su propietario de 25 años. Mismo que era acompañado por Humberto Montoya de 26 años. Dicha camioneta provocó un serio accidente vial en el cruce con la Av. Domingo Rubí  al ser conducida con exceso de velocidad y no respetar las señales de tráfico vehicular. Los primeros informes llegados a esta redacción indican que Carrillo y Montoya eran oriundos de la sindicatura de Pericos y se encontraban en estado de ebriedad. Los hechos se registraron a las 08:03 minutos cuando la camioneta gris haciendo caso omiso al color rojo del semáforo del cruce en Hidalgo y Rubí continuó su carrera impactando a su paso un automóvil compacto Jetta color blanco, modelo 2002 con placas de circulación VGA 2032 que era tripulado por Catalina Rosas Mota quien no pudiendo evitar el contacto fue empujada hacia la acera opuesta arrollando a una jovencita de 17 años quien llevaba por nombre Rosa Armida Félix Cerón y se dirigía a una preparatoria del centro de la ciudad. El jetta blanco, tras arrollar a la joven, terminó por impactarse contra una conocida negociación de venta de ropa donde, afortunadamente, no se encontraban empleados ni clientes por ser temprana hora. La señorita Diana Rosales Jaime quien desde hace una semana se desempeñaba como asistente de tránsito del denominado programa “Cultura Peatonal” fue, prácticamente, arrasada por la camioneta conducida por Carrillo que siguió su loca carrera dándose a la fuga para por último chocar una camioneta pick up Ford color verde modelo 1988 que se encontraba estacionada frente a conocido Hotel.  En este accidente vial perecieron las tres mujeres y el conductor de la camioneta que provocó el accidente, mientras que Humberto Montoya copiloto de Carrillo presenta fractura de tibia y peroné así como golpes en diferentes partes del cuerpo.

VII

-¿Diego? Busco a Catalina. ¿Sabes dónde puede estar? Le he marcado al celular y no responde.

VIII

Catalina se despidió de su esposo con un beso y le pidió que le deseara suerte por la presentación que debía hacer hoy. Diego, enfundado en su pants negro, le dio un beso a su mujer mientras susurraba un te quiero, seguido de un suerte amor. Luego se despidió de sus hijos que ya estaban montados en el carro y discutían el espacio donde deseaban colocar las mochilas. Un basta chicos los puso en paz, luego un beso a cada uno. Un bye, papito acompañado con un movimiento de manos despidiéndose. Eran las 7:40 cuando Diego en su trote matutino sentía el aire fresco de la mañana sobre sus mejillas.

Se ejercitó durante cuarenta minutos y pasaban de las 8:30 cuando salió de su hogar rumbo a su oficina de publicidad sin desayunar como de costumbre. Al salir, escuchó ruidos en el medio baño, era Juanita quien hacía la limpieza.

IX

Curiosos de todas partes acudieron a observar el espectáculo, se empezaron a escuchar sirenas de ambulancias y patrullas. Al lugar acudieron tres ambulancias de la Cruz Roja, el tráfico vehicular fue desviado de las calles Rubí, Hidalgo, Morelos y Carrasco. A las 08:35 levantaron los cuerpos de las víctimas. Se hizo una lista de testigos oculares, se levantaron las primeras investigaciones. La identificación de las victimas procedió usando la información recopilada por las pertenencias. A Rosa Armida la identificó su credencial de estudiante que se encontró dentro de uno de los libros tirados en la calle. A la asistente de tráfico su uniforme y su gafete oficial que aún portaba al cuello. A Catalina su credencial de elector y su licencia de conductor que estaban en su bolsa y que quien primero se había acercado a prestarle auxilio rechazó llevarse como recuerdo pero sí creyó conveniente llevarse su reloj, pulsera, collar y doscientos cuarenta pesos en billetes que llevaba en su cartera, dejando sólo a la policía veintiocho pesos con cuarenta y cinco centavos en monedas.

X

-¡Don Diego! ¡Don Diego! Espere, es que llamaron...

Bueno, ni modo, luego le digo que llamaron de la oficina de la señora Catalina y que no había llegado. A lo mejor se entretuvo con los chamacos.

XI

En la camioneta gris, se levantó al herido Humberto Montoya a las 8:40 quien había perdido el conocimiento por un golpe recibido en la cabeza. El cuerpo de Roberto Carrillo había sido expulsado de la camioneta al recibir el impacto y se encontró tirado sobre el pavimento a unos veinte metros del auto de su propiedad y sobre la acera del Hotel Fortuna, presentando derramamiento de masa encefálica.

XII

-Vamos a la guardería Nayeli, ya es tarde faltan diez para las siete y luego que hago contigo si no te aceptan, tu abuelita también tiene que trabajar y con este trabajo que acabo de conseguir no puedo quedar mal ni tampoco puedo llevarte porque es estar a media calle todo el día. Todo va a cambiar pronto, chiquita. Mamá está trabajando y para el otro año que vayas al kinder voy a tener más prestaciones o a la mejor consigo un trabajo mejor. Tienes que apoyar a la mami. ¿Sí?

- Aquí le dejo a Nayeli, cuídemela mucho, por favor. Ahí le encargo me diga como se porta yo vengo por ella a las 3 de la tarde en cuanto acabe mi turno. No se la dé a nadie más, con eso que su papá me la está peleando no vaya a ser que le de por secuestrarla, ya ve lo que pasó hace poco con la niña que salió en el periódico hace unos días. No se le vaya a ocurrir a este hombre. Si algo se ofrece, ¿ya le dijeron donde puede llamarme? Como cruzacalles no tengo a donde me llame directamente pero en la tienda Dirante, esa que está en el cruce de Hidalgo y Rubí, me hablan si es necesario, ya dejé aquí el teléfono por si se ofrece.

XIII

 Diego respondió al teléfono con un bueno, ¿quién habla? - preguntó. Recibió noticias de su esposa, la policía le informaba del accidente ocurrido hacía más de una hora. Estaba tomando un café, sentado en su oficina con un papel en blanco frente a él, una pluma y un recado de su compañero y amigo Sixto Molina que le pedía hiciera un logotipo para la campaña “Cultura Peatonal” y una estrategia publicitaria enfocada a los niños para promover la educación vial. Su primera reacción fue pasiva, solo preguntó dos o tres cosas que al narrador le parecen fuera de lugar, y que deja abierta esta indagación para que, a placer, el lector ocupe estas líneas con lo primero que se le venga a la mente. Después, Diego preguntó un cómo está, le siguió un dónde puedo verla y un quién puede explicarme todo. Durante todo este tiempo la hoja blanca frente a Diego se llenó de imágenes, palabras y sentencias que inundaron aquel espacio vacío con tinta negra, letras de molde y script, figuras geométricas, volúmenes y líneas rectas y curvas. Colgó el teléfono, ocultó su cara entre las manos por unos instantes, su barbilla comenzó a temblar. Pensó en los niños, la cara de Margot y Tomás aparecieron frente a sus ojos. Puso sus manos sobre el escritorio y empujó su cuerpo hacia atrás. Cruzó sus brazos, dio media vuelta y se asomó por la ventana, aun sentado, miró hacia fuera, hacia aquel tráfico. Qué hago ahora, se dijo. Se levantó y salió de la oficina. Fue hasta la escuela de los niños y pasó ahí diez minutos, no podía decirles nada, al menos no todavía. Para darse valor por lo que le esperaba, bajó del auto y pidió permiso para observar a sus hijos en el aula desde una ventana donde ellos no pudieran verlo. Margot sentada con su falda a cuadros anotaba del pizarrón unas divisiones de tres dígitos. Tomás, escuchaba o fingía escuchar a un compañero que exponía su investigación sobre animales vertebrados e invertebrados. Apoyaba su carita sobre el brazo derecho, luego cambiaba de brazo y volteaba de vez en cuando hacia sus costados haciendo señas a sus compañeros de a lado. Entre diez y quince minutos permaneció atento a sus hijos. Luego salió de la escuela.

XIV

Armida Cerón se levantó temprano, a las nueve y quince minutos, había dormido poco, su trabajo de enfermera la absorbía por completo. En el área de urgencias del Hospital General había visto casi de todo, diariamente llegaban con víctimas de la violencia de la calle: baleados y accidentados; violencia en el hogar: niños y mujeres golpeadas. Tomó del refrigerador el jugo de naranja hecho por su hija Rosita y se sentó a leer el periódico.

XV

El 20 de septiembre por la mañana, Renata en su lectura diaria tropezó con la narración del accidente del día anterior ocurrida entre las calles D. Rubí y M. Hidalgo en pleno centro de la ciudad y venía acompañada por una fotografía de la camioneta gris protagonista del incidente. Lectura rápida, superficial, datos, nombres, un ¡lástima! y un ¡qué tragedia! Mientras daba vuelta a la hoja para perderse entre las notas del espectáculo y pasar por alto la reseña sobre los avances del programa “Cultura Peatonal”.

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