El maestro
Entrelazó sus manos a sus espaldas, caminó despacio mientras a su lado, caminaban dos piernas cortas para alcanzarle el paso. Sus orejas atentas, el maestro hablaba y el alumno interpelaba. El camino era largo, a ratos descansaban a la sombra de un árbol, pero la conversación fluía entre preguntas y diálogos en los que el joven buscaba respuestas y encontraba preguntas. El maestro no lo sabía todo y, el alumno creía saberlo todo. El tiempo y las circunstancias, que todo lo cambian, hicieron posible que el alumno encontrara en el camino otros maestros, cada uno le abría la puerta a otros conocimientos y aunque más sabía, más preguntas se le ocurrían, un día cuando recorría la vereda se le emparejó un chico con el que empezó a compartir lo que había analizado y aprendido en los anteriores tiempos. Los ojos del estudiante se enternecieron al ver los ojos sorprendidos del chiquillo que a sus cuestionamientos respondía y preguntaba. Empezó a sentir una luz divina repleta de sabiduría que fluía entre dos mentes sincronizadas. La juventud y la ignorancia así mezcladas lo invitaban a continuar esa charla, pues la vida lo colmaba de embeleso al descubrir otro maestro. Caminaron buen trecho y, sin darse cuenta, pasó sus manos hacia atrás y las tomó con afabilidad a sus espaldas, el chico, ahora su tierno maestro, alcanzaba su paso con dificultad. El estudiante, otrora que creía saberlo todo se percató, entonces que no lo sabía todo. Se dio cuenta, entonces que se había convertido en maestro.
Comentarios
Publicar un comentario