Cap. 6 Dime que fue sólo un sueño.

Dime que fue sólo un sueño.


VI

La escucha selectiva es una virtud que cosecha buen ánimo si se toma sólo lo que nutre la propia estima.

Aquí está el té, señor, con tequilita como me lo pidió. ¡Ah qué muchacha tan fea!, eres muy fea Julia. No te me aparezcas por las noches muchacha porque ¡ay que sí que me muero! Y no me vuelvas a traer tú el té, dile a la Josefita mejor. Porque luego qué de pelos ando sacando. Mira, estaba pensando que sería bueno que ya no trabajaras aquí, ya pasó la novedad de tu rareza y pues mis invitados habituales ya te conocen y qué mejor que saques partido a tu condición como lo hacías antes, en circos ambulantes, como cuando eras niña en los poblados de Mocorito, Charay, Chicorato, Oquera y en tu natal Ocoroni. Don Francisco Sepúlveda, el de la aduana te ha solicitado para su servicio. Te va a pagar por cada presentación, y yo le dije que cantabas muy bonito como esos pajaritos de la sierra donde creciste, si te pule y aprendes a bailar te irá muy bien. Sepúlveda te quiere llevar a viajar por el mundo, qué dices, ¿te animas, Julita? 
Lo que usted diga patrón, al fin que nunca he tenido familia y soy buena para aprender. 
Eso sí, Julia, no tienes ni pelos en la lengua ni los de las orejas te impiden saber escuchar y atender a lo que te conviene, eres lista, eso no se discute. Arréglate y agarra tus cosas que Pancho Sepúlveda estará aquí el día de mañana, anda en tratos con un representante gringo para que te consiga contratos en las grandes carpas del mundo. Sepúlveda venderá unas tierras de Tepic para invertirlas en ti. Tiene buen ojo para los negocios, se ha hecho de amigos extranjeros aquí en Mazatlán y, eso, las relaciones, son la base. Con todo y todo que eso de estar en la aduana de un puerto de primera pues también ayuda, como sabes nos llega mercancía de muchas partes del mundo pues desde la firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación que nuestro querido Lucas Alamán promovió en 1831 con los Estados Unidos se inició el despegue comercial de Mazatlán. Vas a andar como una reina, ya lo verás. Me da gusto por ti, porque te he visto hacerte mujer aquí en la casa desde que Espinosa te dejó de a mientras. Pero bueno, de que has servido has servido, tanto como doméstica como para acrecentar mi nombre de buen samaritano y hacer venir a importantes personas de todas las nacionalidades por el sólo hecho de verte. Y ahora ya vete, ándale. Bajo la cabeza y asiento contenta.
En mi espalda aparecen alas de colores, conocer otros lugares, aprender otros idiomas, volver a escuchar aplausos y miradas asombradas… aunque también insultos, esos a los que aprendí a ignorar, a silenciar, igual que cuando escuché al coronel cuando dijo que… qué dijo, no lo recuerdo muy bien, pero dijo que era lista, inteligente, útil y que cantaba bonito, con eso me quedé solamente. Me aprecia bien, el señor coronel, se nota aunque sea un poco… como diré… cabrón, lo digo con cariño, eso que ni qué. Alisto mis cositas, me despido de este cuartito y de Rosa la cocinera que, no le aunque es muy mandona, se le han enjuagado los ojos y, con un tono que imagino diría una madre a su hija me dice, jija de la fregada, tienes una mendiga suerte que tienes que aprovechar, ponte lista y abre bien los ojos, las oportunidades llegan y se van.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Pedazo de cielo

Divagaciones sobre un dedo enfermo

Reconociendo la galaxia de los servicios de una biblioteca.