Cap. 6 Dime que fue sólo un sueño.
Ir a Capítulo I, Capítulo II, Capítulo III, Capítulo IV, Capítulo V, Capítulo VI, Capítulo VII, Capítulo VIII, Capítulo IX, Capítulo X, Capítulo XI, Capítulo XII, Capítulo XIII, Capítulo XIV, Capítulo XV, Capítulo XVI, Capítulo XVII
Dime que fue sólo un sueño.
VI
La escucha selectiva es una virtud que cosecha buen
ánimo si se toma sólo lo que nutre la propia estima.
Aquí está el té, señor, con tequilita como
me lo pidió. ¡Ah qué muchacha tan fea!, eres muy fea Julia. No te me aparezcas
por las noches muchacha porque ¡ay que sí que me muero! Y no me vuelvas a traer
tú el té, dile a la Josefita mejor. Porque luego qué de pelos ando sacando.
Mira, estaba pensando que sería bueno que ya no trabajaras aquí, ya pasó la
novedad de tu rareza y pues mis invitados habituales ya te conocen y qué mejor
que saques partido a tu condición como lo hacías antes, en circos ambulantes,
como cuando eras niña en los poblados de Mocorito, Charay, Chicorato, Oquera y
en tu natal Ocoroni. Don Francisco Sepúlveda, el de la aduana te ha solicitado
para su servicio. Te va a pagar por cada presentación, y yo le dije que
cantabas muy bonito como esos pajaritos de la sierra donde creciste, si te pule
y aprendes a bailar te irá muy bien. Sepúlveda te quiere llevar a viajar por el
mundo, qué dices, ¿te animas, Julita?
Lo que usted diga patrón, al fin que
nunca he tenido familia y soy buena para aprender.
Eso sí, Julia, no tienes ni
pelos en la lengua ni los de las orejas te impiden saber escuchar y atender a
lo que te conviene, eres lista, eso no se discute. Arréglate y agarra tus cosas
que Pancho Sepúlveda estará aquí el día de mañana, anda en tratos con un
representante gringo para que te consiga contratos en las grandes carpas del
mundo. Sepúlveda venderá unas tierras de Tepic para invertirlas en ti. Tiene
buen ojo para los negocios, se ha hecho de amigos extranjeros aquí en Mazatlán
y, eso, las relaciones, son la base. Con todo y todo que eso de estar en la
aduana de un puerto de primera pues también ayuda, como sabes nos llega mercancía
de muchas partes del mundo pues desde la firma del Tratado de Amistad, Comercio
y Navegación que nuestro querido Lucas Alamán promovió en 1831 con los Estados
Unidos se inició el despegue comercial de Mazatlán. Vas a andar como una reina,
ya lo verás. Me da gusto por ti, porque te he visto hacerte mujer aquí en la
casa desde que Espinosa te dejó de a mientras. Pero bueno, de que has servido
has servido, tanto como doméstica como para acrecentar mi nombre de buen
samaritano y hacer venir a importantes personas de todas las nacionalidades por
el sólo hecho de verte. Y ahora ya vete, ándale. Bajo la cabeza y asiento
contenta.
En mi espalda aparecen alas de colores, conocer otros lugares,
aprender otros idiomas, volver a escuchar aplausos y miradas asombradas… aunque
también insultos, esos a los que aprendí a ignorar, a silenciar, igual que cuando
escuché al coronel cuando dijo que… qué dijo, no lo recuerdo muy bien, pero
dijo que era lista, inteligente, útil y que cantaba bonito, con eso me quedé
solamente. Me aprecia bien, el señor coronel, se nota aunque sea un poco… como
diré… cabrón, lo digo con cariño, eso que ni qué. Alisto mis cositas, me
despido de este cuartito y de Rosa la cocinera que, no le aunque es muy
mandona, se le han enjuagado los ojos y, con un tono que imagino diría una
madre a su hija me dice, jija de la fregada, tienes una mendiga suerte que
tienes que aprovechar, ponte lista y abre bien los ojos, las oportunidades
llegan y se van.
Comentarios
Publicar un comentario