Cap. 8 Dime que fue sólo un sueño.
Ir a Capítulo I, Capítulo II, Capítulo III, Capítulo IV, Capítulo V, Capítulo VI, Capítulo VII, Capítulo VIII, Capítulo IX, Capítulo X, Capítulo XI, Capítulo XII, Capítulo XIII, Capítulo XIV, Capítulo XV, Capítulo XVI, Capítulo XVII
Dime que fue sólo un sueño.
VIII
La observación científica puede tener puntos ciegos
cuando olvida alguna de las dimensiones humanas.
Londres me ha parecido triste y oscuro. El
freaki-show como llaman aquí al circo queda muy bien con estos viejos edificios
pues el temor de la gente a lo diferente parece recrudecerse con la oscuridad
lo que lo hace más atractivo al público. Lent está contento porque asiste toda
clase de personas, desde merenderos hasta sires y príncipes, pasando por
científicos intentando explicar nuestros “males”. Los doctores también suelen
tener sus inquietudes científicas conmigo. No hace mucho un tal Dr. Mott me
examinó, también lo hizo un zoólogo, que estudia los animales, “zoo” como
zoológico. Un anatomista revisó mi fisonomía, mi estatura le llamó la atención
porque en Londres no hay muchos chaparritos como en México. También dibujó mi
boca y mis dientes, me escuchó cantar y quedó muy complacido. No me molesta que
me analicen, al contrario, siento que estoy haciendo un servicio humanitario
porque buscan explicarse nuestro origen como especie. Según escuché Mr. Darwin
ha propuesto que descendemos de los chimpancés, no lo creo, el exterior no
cuenta para mí. Lent dice que el mundo científico es la mejor mercadotecnia y
creo que tiene razón, mi daguerrotipo está en periódicos y revistas científicas.
Él conoce este negocio muy bien, pronto iremos a Alemania también. Estoy
emocionada, Lent me compra vestidos hermosos, aunque en el espectáculo poco
luce por lo sombrío y polvoso del espacio. Algunas noches tengo sueños raros,
desfilan ante mí diferentes rostros, me ven solamente, no puedo cantar, estoy
inmóvil dentro de una caja de cristal. Me asusta y despierto temblorosa, me levanto
y ensayo un paso de baile. Lent prometió que nos casaríamos en Alemania,
tenemos dos años juntos y aún no cumple su palabra. Aunque como predijo,
Sepúlveda no nos siguió. Siento tristeza de no poder regresar a México. Hoy
recibí una buena noticia, en Alemania haré una obra de teatro, me estoy
preparando aunque no entiendo mucho los diálogos, estoy segura que será un
éxito.
Vivir en una ciudad como Londres es muy
diferente a vivir en México, aquí hay numerosos coches, grandes fábricas que
trabajan día y noche con máquinas en las que un solo hombre hace el trabajo de
muchos, donde se reciben mensajes desde el otro lado del Atlántico casi en el
mismo momento y no hay que esperar meses para tener noticias de Nueva York con
ese invento llamado telégrafo.
Un día sin que Lent se diera cuenta, salí a
caminar por la ciudad yo sola, eso sí, cubierta con un velo y un sombrero, no
podemos exponer la mercancía así como así, como dice Lent. Entré a un edificio
donde se exponen inventos o cosas nuevas que dicen revolucionarán al mundo. Había
una máquina imponente en medio de la sala con un letrero que decía era la
máquina de un Sr. Babbage. Junto a mí una joven delgada con una pequeña libreta
la dibujaba, hacía preguntas y preguntas. Si pudiera explicar lo que sentí
mientras observaba y escuchaba a aquella mujer hablar emocionada ante ese
aparato, era como si un velo grande fuera impuesto a mi entendimiento en un
lenguaje incomprensible para mí. Palabras como cálculos, memoria, variable y…
una palabra como árabe como albóndiga, pero era… algoritmo, si esa era la
palabra que se cruzaba con matemáticas. Era raro escuchar a una mujer hablar
así, con esa pasión y arrojo sobre un tema que no tenía que ver con lo que normalmente
interesa a una señorita: sombreros, moda, bolsas, vestidos, eso era lo normal.
Salí de ahí asombrada, aunque no entendí lo que era, si supe que ella
disfrutaba de aprender como yo. Mientras caminaba pasé por una librería, me
asomé y vi un libro de un autor que había escuchado nombrar antes, Dickens. No
tenía dinero para comprarlo porque Lent es quien hace las compras, se lo pedí
pero no lo compró. Sólo dijo, estás loca, leer, para qué quieres tú leer. Me
quedé pasmada. Sólo debes cantar y bailar, te prohíbo salir. ¿Lo escuchaste? ¿My Darling?
Comentarios
Publicar un comentario