Cap. 10 Dime que fue sólo un sueño.

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Dime que fue sólo un sueño.

X

Conservar y desarrollar la esencia personal es lo que realmente importa.

No puedo creerlo. Hasta acá me han llegado noticias de lo que sucede en México y, no es para menos, Juárez se ha metido con la iglesia, mira que igualar los fueros a los padres con los de cualquier persona y hasta de los militares. Lo comprendo, aunque no soy muy devota, sí me formaron en la obediencia a la iglesia y me cuesta trabajo pensar que por decreto podamos sentirnos iguales que los santos padres. Cuántas cosas están cambiando, México es de interés para los ingleses, pues desde su independencia recibió fuertes inversiones para explotar sus recursos naturales, y bien que lo tengo claro en casa del coronel se hablaba de inversión extranjera en las minas sinaloenses y en los puertos. Limitar el poder de la iglesia, es para Inglaterra un factor clave como lo dicen los titulares de los periódicos. Aun y cuando estoy retrasada de noticias trato de indagar y escuchar atentamente a los clientes. Gente importante viene a mis funciones, y de tanto en tanto, tengo oportunidad de hilar las conversaciones de Lent y lo poco que él me informa. Quisiera poder saber más, no le aunque nadie me espere allá, mis raíces vienen de la sierra de la pitaya. Qué diferente es vivir en Europa, allá es libertad, aquí es encierro. Allá podía andar descalza y sentir la tierra palpitar en las plantas de mis pies, sentir el calor del sol y la lluvia sobre mi cuerpo. Acá es vivir acicalada, con botines y corsetes apretados, oscuridad y frío. Me parece que estoy mimetizando en este ambiente como ajolote que no está ya en su ecosistema natural y busca transformarse.  A veces, he pensado que soy alienígena, porque siempre me he sentido extranjera, salvo aquellos años en los que Espinosa y yo estuvimos solas en la sierra, ahí si me sentía yo; quizá vine montada en el meteorito como mi nave espacial o, podría ser que del hoyo que creó ese bólido, surgí yo, así nada más parida por la tierra desde el fondo de las entrañas, arrojada como apestada a esta superficie extraña y árida.  Pero también, estoy convencida que, haiga sido como haiga sido, Dios fue quien así lo dispuso y pues, ahí sí yo no tengo vela en ese entierro. Solo tengo que tener disposición y acatar sus caminos, aunque a decir verdad, como Rosa me dijo, Dios da las oportunidades y en cada uno está la posibilidad de tomarlas. Hace buen rato también que estoy pensando no sólo en mí, sino en las mujeres que he podido conocer en los diferentes lugares en los que he estado. Y todavía más, en aquella jovencita que vi junto aquella botarga de aparatitos conectados. Me abrió los ojos a algo que nunca consideré, y menos de donde yo vengo, lo importante que es aprender. Yo no aprendí a escribir hasta que Lent me enseñó para garabatear mi nombre en los contratos. No me importaba mucho tampoco leer, aunque eso lo aprendí de a poco en las casas en las que trabajé, asociando símbolos. Pero los idiomas se me dan muy facilito, porque sé escuchar pero escuchar, escuchar tanto que otros ni cuenta se dan de lo bien que puedo identificar sus juegos de palabras. Me ayuda mi físico para que piensen que no soy capaz de hilar las cosas, vaya si no lo he de saber. La mayor parte de mi tiempo la paso sola, acá en casa, encerrada y cocinando cuando no estoy ensayando o aprendiendo mis líneas para la mentada obra de teatro. A veces siento que me cuesta trabajo hacer algunas de las cosas que Lent suele pedirme como tomar el té con personas que no conozco y que ríen tan sólo al verme, o niños que se asustan y lloran. Empiezo a cansarme, pero pienso en Lent, él está emocionado y yo, quien soy yo para romperle los sueños a este hombre que me dice Darling de continuo y que pronto será mi esposo hasta que la muerte nos separe. Por él y por su felicidad yo haría cualquier cosa, incluso muerta. 


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