Cap. 15 Dime que fue sólo un sueño.

Ir a Capítulo ICapítulo IICapítulo IIICapítulo IV, Capítulo VCapítulo VICapítulo VIICapítulo VIIICapítulo IXCapítulo XCapítulo XICapítulo XIICapítulo XIIICapítulo XIVCapítulo XVCapítulo XVICapítulo XVII


Dime que fue sólo un sueño.


XV

El temor individual paraliza, encajona y asesina; los miedos compartidos son motor del cambio.

Las dos amigas, Dayana y Artemisa, se confían sus miedos. Están ahí en ese momento en el que ambas buscan asirse a una esperanza. Oh such a small room! /  No bigger than my elbows outstretched /  and just as tall as my head.
Al igual que Julia se sienten encajonadas pero en su papel que como mujeres las confina la sociedad imperante. Casarte, tener hijos, educarlos, atender al marido, y como quieres trabajar, hazlo sin descuidar tus obligaciones de esposa y madre. Acepta la crítica y baja la cabeza, puedes simular ser igual que tu compañero pero no es lo mismo. Él es la cabeza, tú le sigues cual soldadera revolucionaria. Y ay de aquellas que se desvíen del carril, Sor Juana Inés de la Cruz, espejo retrovisor y realidad virtual del futuro, serán estigmatizadas de bajo calibre o de moneda de cambio. De ahí los temores, continuar con la estela marcada o hacer camino propio, preguntarse si continúo en el rebaño o me levanto contra corriente.

A small room from which to sing. Confinadas a una libertad en papel, un espacio restringido en el que se es libre, esa pequeña sala es nuestra mente. La única y verdadera libertad está en el pensamiento, se dicen una a la otra. No está en la imitación del hombre en “sus libertades” o libertinajes, sino en el poder de decisión. ¿Cómo hacerlo fuera de las limitantes sociales si a pistola en mano o con palabras de violencia se te trata? Respeto a la diferencia. Dayana y Artemisa sonríen, comparten las palmas de sus manos como en un pacto solidario. 



Comentarios

Entradas populares de este blog

Pedazo de cielo

Divagaciones sobre un dedo enfermo

Retazos de tiempos